Aislamiento, angustia, cansancio, culpabilidad y mayor estrés, son algunas de las sensaciones que la pandemia ha generado en la población y que en mujeres que han sido madres en este período han significado un mayor riesgo de sufrir depresión durante el embarazo o posparto. Una compleja realidad que hoy suma más del doble de los casos que se veían antes de la pandemia, a la luz de diversos estudios sobre el tema.

El más reciente se dio a conocer ayer en el Reino Unido y muestra que casi la mitad (47,5%) de las mujeres que fueron madres por primera vez desarrollaron depresión posparto tras la primera ola del año pasado.

“El escaso apoyo social es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar una depresión posnatal. Las medidas de distanciamiento durante el encierro crearon muchas barreras para tener esa ayuda”, dice Sarah Myers, antropóloga del University College de Londres y autora del trabajo que encuestó a 162 madres, entre mayo y junio de 2020.

Habitualmente, la depresión posparto suele afectar hasta al 20% de las mujeres, “pero en pandemia hemos visto que el problema llega a afectar a un tercio”, precisa Andrés Pons, jefe de Ginecología de la Clínica Las Condes.

Algo similar ha ocurrido con los trastornos del ánimo, más leves y transitorios, que suelen aparecer en los primeros días o semanas tras el nacimiento: “Si lo habitual es que afecte a alrededor del 50% de las madres, hoy llega al 80% o más”, agrega Pons.

“Lo más dramático es que muchos de estos casos no están siendo pesquisados ni reciben la atención que necesitan”, lamenta Valentina Capponi, psiquiatra especialista en salud mental de la mujer. Sobre todo, considerando el impacto que tiene en el apego y en la salud futura de la madre y del hijo.

Solas en el nacimiento

Un estudio publicado por la U. de Granada en enero, en base a 162 pacientes en España, concluye que un 15% más de mujeres desarrollaron síntomas de depresión posparto tras haber dado a luz en pandemia.

En Chile, una encuesta aplicada entre agosto y septiembre pasados, a 438 madres de niños de 0 a 3 años, mostró que el 42% reconoce que la pandemia agravó o gatilló en ellas algún trastorno de salud mental. Estos datos son resultado de una serie de factores, advierte Paula Martínez, psicóloga de Casa Natal, centro para el cuidado de la salud mental de los padres y sus hijos, y quien participó de la encuesta. Al estrés general por la pandemia, la incertidumbre de los confinamientos, el miedo al contagio y la sensación de soledad, se suman las preocupaciones que tienen las mujeres sobre su propio embarazo.

Por ejemplo, “que ahora no se permita el ingreso del papá o de un acompañante al parto es un factor de estrés adicional muy grave para la madre”, advierte la psicóloga.

“Está comprobado que la presencia de una persona significativa reduce las complicaciones obstétricas, favorece la salud mental de la madre mejora la lactancia, etc.- agrega Martínez-. Incluso la OMS ha dicho explícitamente que la pandemia no es condición para excluir a los padres del parto”, pese a que en países como Chile se ha prohibido por razones sanitarias.

En los estudios también se ha visto que aquellas mujeres cuyas parejas no podían o no estaban disponibles para ayudar en las tareas domésticas y de crianza, sintieron de manera más intensa los efectos negativos de los confinamientos. “Los hombres deben entender que la crianza es un trabajo de la pareja”, dice Martínez.

Además, “la falta de apoyo de familiares se ha visto limitado por el temor al contagio o las dificultades de desplazamiento”, dice el doctor Pons, quien aconseja mantener los contactos, incluso a distancia, “porque hemos visto que ayudan a disminuir la angustia y tranquilizan”.

Al respecto, Martínez aconseja a las madres bajar la autoexigencia y verbalizar lo que les ocurre con otras mujeres, “para comprender que no están solas. Estamos invadidas de presiones sociales y algo positivo de todo esto es que ha permitido visibilizar la sobrecarga que recae sobre la mujer”.

Capponi aconseja, en la medida de lo posible, tratar de descansar y dormir tanto como se pueda, así como realizar actividad física (una caminata de 10 minutos), “porque son factores protectores de la salud mental, al igual que una alimentación saludable”.

“Las autoridades deben tener estos datos en cuenta a la hora de seguir abordando el covid-19, por el bien de las madres, los bebés y las familias en su conjunto”, puntualiza Sarah Myers en su estudio.

Fuente: Vida, Ciencia y Tecnología El Mercurio, 12 mayo de 2021 (link con suscripción)